viernes, 21 de febrero de 2014

Hondarribia, una ciudad de tradiciones


Hondarribia es una ciudad pequeña, a la que muchos llaman pueblo. Una ciudad que te ofrece playa, mar, montaña y desde la que puedes visitar Francia. Una ciudad con unos paisaje únicos y excepcionales y además cuenta con una gastronomía fabulosa. 

Hondarribia es una ciudad con un castillo convertido en Parador, una muralla medieval, una Puerta de Santa María por la que cada 8 de septiembre pasan la ilusión, la alegría y el sentimiento (El alarde tradicional). Una ciudad de 17.000 habitantes con la tradición pesquera.




Hondarribia, nombre en euskera de "el vado de arena", tiene playa, monte, rio, casco antiguo, murallas, calles empedradas, puerto marino y pesquero, barrio marinero conocido como el  antiguo barrio de pescadores, aeropuerto y también Parador.

Hondarribia es el primer pueblo de la cornisa cantábrica (o el último según se mire), que hace frontera con Francia. En el año 1684 cuando Francia entro en guerra con España, Hondarribia fue la primera localidad en ser atacada. Por lo que merece la pena atravesar su dos puertas, la de Santa María y la de San Nicolás para pasear por sus calles empedradas.


 Puerta Santa María

Puerta San Nicolás
                                            
 Una vez atravesada la inmensa muralla, nos encontramos con el Palacio de Carlos V, edificio que actualmente es un Parador, seguramente sea el que mejores vistas tenga de toda la ciudad. Hoy en día en la fachada del Parador se pueden apreciar los impactos de las balas de cañón.



Parador de Hondarribia

Lo mejor que se puede hacer por el casco viejo es callejear, en especial en la calle Mayor donde se encuentra el ayuntamiento con sus arcos de piedra.


 Ayuntamiento de Hondarribia

 Seguimos paseando hasta llegar al barrio de la Marina, antiguo barrio de pescadores donde se concentra casi toda la oferta gastronómica del pueblo, ubicado entre el centro y el mar. Es uno de esos lugares que enamoran. Lleno de casas tradicionales de pescadores, con fachadas pintadas de vivos colores y con sus balcones repletos de flores. Hay dos calles principales, desde las cuales se puede apreciar una enorme tranquilidad.

 La Marina

 Lo mejor es pasear a la hora del aperitivo, las calles están siempre inundadas de personas, con la gente tanto dentro como fuera de los bares, niños jugando con sus bicis y jóvenes charlando. Es un ambiente muy familiar, con muchas y buenas tabernas donde tomar pintxos y "txikitos". Además a  veces parece que estuvieras paseando por Hendaya, por la cantidad de franceses que pasan a disfrutar de nuestra espectacular gastronomía.

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